Después de hacer el libro, Cuba me seguía enganchando, además tenía grandes ventajas, conocía a mucha gente, el idioma, era facil fotografiar allí, sin tantos problemas como en otros sitios donde habías de pagar por cada foto que hagas, aquí la gente colabora, son amables y al final siempre consiguen algo, es otra cultura.
Por primera utilicé el formato digital en uno de mis trabajos, me había comprado una Canon 20 D reflex y quería probarla en estos temas, como siempre me llevé también mis cámaras analógicas, esta vez la Contax G2 y la panorámica XPan II.
Era otra visión nueva, Cuba en color y que me daba la posibildad de hacer yo los tratamientos de la imágen, pudiendo saturar más los colores y trabajar por zonas en la imágen, la verdad que disfruté con ello, si tener que escatimar en películas, aquí puedes tirar todas las que quieras, te llevas un disco duro y vas descargando para no tener que ir cargado de tarjetas.
Por la mañana temprano me suele esperar mi amigo Guillermo, el fotógrafo del pueblo para acompañarme en los recorridos por el valle antes de que el sol apriete, buscamos escenas al paso que el siempre intenta sugerirme, cuando ya ve que no le hago mucho caso, reconoce que tengo un punto de vista diferente al suyo.
Otro día es Joel, quien nos acompaña en su almendrón negro (coche americano de los 50) a recorrer parte del Valle (Santa Lucía, San Cayetano, Pinar del Río...), médico rural, apenas se mete en mis fotografías y va parando pacientemente en cada lugar que le indico.
Por la noche después de una copiosa y maravillosa cena en casa de Maura, paseamos tranquilamente por las calles del pueblo y nos sentamos en El Patio del Decimista a escuchar algunos sones cubanos con un trago de ron o un mojito, Mati se pide una piña colada sin ron. Nos acostamos pronto, al día siguiente hay que seguir haciendo fotos.
Desde aquí nos trasladamos en una "guagua" a Trinidad, son casi siete horas de viaje, allí nos espera Mandy, como siempre con grandes proyectos para que haga esa gran foto que me hará ganar un premio importante, el hombre le pone interés pero esos proyectos en España no sirven, aunque el mayor premio que conseguí con fotos de Cuba en todos estos años fué el de Caja España, la foto fué hecha en Trinidad y me subvencionó casi tres viajes a la Isla.
Trinidad es la ciudad más colonial de Cuba y la mejor conservada, me gusta pasear por sus calles, conversar con la gente y poder fotografiarlos, el barrio de La Popa, la parte más marginal es auténtico. En los alrededores está el valle de Los Ingenios, donde antiguamente estaban toda la caña de azúcar, hoy queda muy poco de aquello.
Después de cenar vamos un rato a ver música en directo en Las Escalinatas, donde cada noche toca un grupo distinto mientras saboreamos un auténtico mojito. He aprendido a amar la música cubana y creo que actualmente es la que ocupa mayor espacio en mi biblioteca musical, como hecho de menos esos grupos aquí.
De vuelta a La Habana, nos habían invitado a cenar en casa de mi amigo Raul, junto a otros fotógrafos cubanos, entre ellos Gonzo, al que hicimos muy feliz trasladandole el dinero que había ganado en España en el Premio Luis Valtueña.
Al día siguiente se acabó el sueño cubano y otra vez de vuelta, esta vez hay revelar menos rollos de película, el digital tiene sus ventajas, al final me está enganchando, es peligroso.