sábado, 5 de marzo de 2016

Taller de Viaje Fotográfico a Cuba (4º día)

Hoy nos toca madrugar también y es que como dice el refrán, "al que madruga..." Después de nuestro acostumbrado desayuno nos dirigimos al Mirador de los Jazmines, donde se divisa una magnífica vista del Valle con Los Mogotes al fondo, una auténtica delicia declarada Patrimonio de la Humanidad. Estamos de suerte y hay neblina al fondo, la luz es magnífica para realizar una panorámica y no se cuantas fotos más.


 Por más que me canso de venir aquí en cada viaje, cada vez la luz es diferente y hago distintas imágenes, luego me cuesta seleccionar la mejor, pero eso forma parte del posterior proceso de selección que es otro cantar.

No debemos perder mucho tiempo pues el día va a ser largo, vamos a Puerto Esperanza como destino final, pero por el camino hay algunas paradas obligadas, primero la carbonería, donde la última vez la encontré apagada. Esta vez al llegar Pupi, el carbonero nos dice que esta tarde comenzará a pegarle fuego, amable y conversador, Pupi nos cuenta todo lo que hace en aquel paraje apartado y la pequeña choza donde duerme durante días en el suelo encima de un plástico para vigilar el fuego. Todos alucinan con sus relatos y no paran de fotografiarlo, el se siente orgulloso al convertirse en la estrella principal y al final lo obsequiamos con una buena propina que agradece invitándonos a visitarlo por la tarde. 



Seguimos camino a San Cayetano, donde vive Pupi, aunque el va caminando cada día y hacemos una larga parada para fotografiar a la gente de allí, siempre ha sido un lugar de referencia en todos mis viajes a esa zona, un pueblito pequeño, tranquilo y con gente muy amable. Nos hacemos una foto en los almendrones que mi buen amigo Yoel me procuró desde Angola donde está de misión como médico por un par de años, Robert el esposo de su sobrina fue esta vez quien nos acompañó por esta zona con otros dos más, además en esta hizo hasta de fotógrafo.




Nos dirigimos al punto final, Puerto Esperanza donde después de refrescarnos con una cerveza Bucanero caminamos por el pueblo y su embarcadero hasta la hora de comer tomando nuevas fotos. Es un lugar todavía sin tocar por el turismo, ya empieza a haber algunas casas que alquilan, pero la infraestructura para el turista es prácticamente nula, algunos de sus habitantes se quejan de la poca atención que el gobierno les presta a pesar de sus posibilidades con el mar y unos Cayos a los que se podría llegar y bañarse en una de las pocas playas vírgenes que existen todavía en Cuba. Pero esto le convierte en un pueblo muy tranquilo, como antes era Viñales.


Robert nos lleva a comer a un sitio nuevo que no conocía, acomodado para el turismo donde puedes comer un buen pescado y langosta acompañado de los frijoles con arroz, ensalada, postre y unas Bucaneros fresquitas.

Después de comer, iniciamos el regreso para desviarnos antes a Playuela, algunos prefieren quedarse hasta el atardecer en el embarcadero, así que optamos por hacer dos grupos y dejar allí uno de los coches, nosotros seguimos adelante hacia Playuela para visitar una plantación de tabaco donde la gente está trabajando, arando con bueyes, recolectando y las mujeres y niñas ensartando las hojas dentro de la casa para ponerlas a secar. 

La niña tenía solo nueve años y un niño que corría hacia nosotros descalzo, Blanca le preguntó que porqué no se ponía los zapatos, a lo que le respondió que porque él no tenía zapatos. No nos damos cuenta que privilegiados somos hasta que no vemos como se vive en otras partes del Planeta.




Nos vamos hacia la carbonería a ver si hay suerte y podemos coger a Pupi haciendo fuego, nos lo encontramos por el camino, había ido a su casa a llevar el dinero que le dimos y celebrarlo con una buena comida,  llegamos y comenzó toda la ceremonia de prender fuego al carbón, estuvimos allí casi una hora disparando sin cesar mientras subía y bajaba por la escalera llevando troncos hasta la cima, picando en las paredes de la montaña para que saliera el humo, todo un espectáculo que tuvimos la suerte de presenciar y luego sus explicaciones del proceso, volvió a disfrutar sintiéndose importante ese día e invitándonos a visitarlo cada vez que fuéramos por allí, nos dío su teléfono para que lo llamáramos, ese día Pupi vio recompensado su trabajo diario al ver tanta gente interesada en lo que hacía, sin parar de hacerle fotos en dos sesiones de mañana y tarde.


Ha sido un buen día, sin duda alguna, ponemos fin al Valle de Viñales y mañana toca otra vez madrugar para coger el Viazul que nos lleve a Trinidad, será un largo viaje, pero si queremos visitar la ciudad más colonial de toda Cuba no nos queda otro remedio.

www.juanmiguelalba.es

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